El microcosmos del caos/ El Cristalazo

- en Opinión

El gobierno lo quiere resolver como es su costumbre, diciéndole sí a todos. Sí a los maestros rijosos, sí a los ocupantes del aeropuerto, sí a los del plantón, sí a los de la presión, sí a los policías contra policías, sí a medio mundo.

De pronto las cosas normales dejan de serlo. La aparente convivencia de la conducta con la realidad, la apariencia, el disimulo, se revientan como una banda elástica.   La presión sobre las cosas termina por romperlas, por hacerlas sucumbir. A mayor presión, menor resistencia. Nada aguanta indefinidamente. Es entonces cuando llega el caos.

Protesta de maestros en D:F
Protesta de maestros en D:F

El caos no es el desorden; no, es en todo caso la descomposición de las partes fuera de la órbita de su funcionamiento.

Después del caos, decía Nietzche, nacen las estrellas. Pero los astros hasta ahora no le han servido al hombre para nada, como no sea para invocarlas en tiempos de duda o desilusión o guiar sus pasos inciertos en la noche.

Y en Oaxaca, en Santa María Coyotepec, en la toma de un cuartel por los policías inconformes, se advierte la evidencia caótica sin posibilidades mirar siquiera a las alturas. El cielo es negro y las percepciones (ninguna realidad anula para siempre a una percepción arraigada o un prejuicio) están por encima de las verdades.

El enfrentamiento de los policías estatales contra los federales, la intervención del Ejército en el resguardo del armamento acumulado en el edificio, la toma misma del cuartel, las demandas salariales para disimular otras acciones de mayor hondura y riesgo, la cesión del gobierno ante la presión, la presión como lenguaje único en la solución (¿solución o aplazamiento de la misma?), en todos los casos, nos muestran los componentes descoyuntados de toda la realidad oaxaqueña. Oaxaca no habla; presiona. En ese lugar no hay otra forma de dialogar sino mediante la calle, la imposición, la asonada, el grito, la pedrea. Y gobernar no es encauzar, sino salirse de madre con todos los demás componentes del desbordado río de la sociedad mixta, compleja, multilingüe y diversa. Nadie se entiende en la Babel del mole.

La noticia de hace unos días –el enfrentamiento a tiros entre amotinados y federales y la posterior intervención de la tropa verde— es absolutamente absurda por no decirle surrealista, pero se debe revisar desde sus antecedentes: en septiembre del año pasado los policías oaxaqueños se inconformaron por la designación de un jefe, Alberto Esteva Salinas, cuya salida se dio, finalmente, en este mes. El día 2.

Mientras tanto, durante una comparecencia del destituido jefe, los policías irrumpieron e interrumpieron y fueron detenidos. En demanda de su reinstalación, sus compañeros tomaron el cuartel y aprovecharon para plantear otras exigencias de tipo salarial.

Para poner el orden y regresar la sede policiaca a la normalidad fueron enviados los policías federales. Los quejosos, invasores, ocupantes o amotinados, como se les quiera llamar, los recibieron a tiros. En total diez uniformados, de distintos colores, cinco y cinco, ingresaron heridos al hospital.

Entonces llamaron al Ejército a recuperar el edificio y poner bajo resguardo seguro  el armamento, un verdadero arsenal con armas largas, granadas y mucho parque.

Estas discusiones, cuyo lenguaje final es el fuego de los fusiles, muestra un ejemplo de lo ocioso de teorizar sobre el profesionalismo anhelado en las policías nacionales, el mando único (aquí hay tres mandos, dos policiacos y uno castrense) y todas esas zarandajas. Lo único real es esto: la policía no sirve para los fines de su creación, organización y gasto.

El gobierno lo quiere resolver como es su costumbre, diciéndole sí a todos. Sí a los maestros rijosos, sí a los ocupantes del aeropuerto, sí a los del plantón, sí a los de la presión, sí a los policías contra policías, sí a medio mundo.

Gobernar en esas condiciones es condescender. Ceder, permitir, administrar las posiciones absurdas, negarse a mirar la realidad, renunciar a las capacidades de la política, entre ellas la transformación de las estructuras, caer la tentación, llover sobre lo mojado. [email protected]

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