Reforma imposible ¡lástima Margarito!/ El Cristalazo

- en Opinión

Por lo pronto, con el colmillo por delante, Manlio Fabio Beltrones alaba la importancia de una transformación como la hoy desvanecida y jura y perjura por el tiempo por llegar el luminoso futuro de la ciudad, pero no ahora, no con premura.

Manlio Fabio Beltrones
Manlio Fabio Beltrones

Tanto tiempo tardaron, pues, tanto tiempo y en pocas horas la reforma política del Distrito Federal, un verdadero sietemesino en el parto de la montaña, nació en estado de catatonia.
Su destino es la congeladora, su futuro el tiempo lejano, su condición, una verdadera gelatina mal cuajada, un papasal incomprensible, absurdo y lleno de burocracia por venir, con plenitud de concejales (el mejor concejo es el inexistente); democracia por designación, erección de un estado sin potencia, mundo a medias, apresuramiento insostenible en la Cámara de Diputados y a fin de cuentas una sonora trompetilla previa a la obra magna del absurdo: una Asamblea Constituyente tan amorfa como un zeppelin desinflado.
Pero además de las prisas, las carreras y demás, el aborto legislativo se complementa con la presión del Partido Acción Nacional, quien teme —cierta o ficticia— la sobrerrepresentación de los priistas y los perredistas (amos y señores de la ciudad en todas las elecciones previas) en perjuicio de sus bandera azul.
Se ha ido mucho por el caño. Vendrá otro tiempo, vendrán otros arreglos y ojalá venga un contenido realista…
Por lo pronto, con el colmillo por delante, Manlio Fabio Beltrones alaba la importancia de una transformación como la hoy desvanecida y jura y perjura por el tiempo por llegar el luminoso futuro de la ciudad, pero no ahora, no con premura, no sobre las rodillas ni con la máquina de vapor. Despacio, sin prisa, cada cosa en su lugar y en cada lugar.
Pero queda en el fondo el consuelo de la política: había un acuerdo, proveniente de la necesidad y hasta inscrito en el largo listado de asuntos por realizar en el Pacto por México de cuya vida ya nadie se acordaba. Pero una cosa es pactar una reforma y otra cosa es hacer y aceptar cualquier resultado. Este proyecto, como está, no es chicha ni es limonada.
No resuelve, sino complica la funcionalidad de las demarcaciones; no municipaliza ni tiene nociones de “metropolitanización” de los asuntos torales de Valle de México, no distribuye el poder; aumenta a burocracia, no democratiza, simula.
En fin, un muégano pastoso y disfuncional para cuyo nacimiento se ha convocado a una Asamblea Constituyente, Junta, Congreso o como se le quiera llamar, pero visiblemente mal constituida ella misma.
Elegir y designar al mismo tiempo es un juego perverso. Perverso e ineficaz. No ayuda al ciudadano y genera distorsiones en la representación original.
Mucho habrá de cambiarse en este documento cuando por fin los diputados decidan proseguir en trámite parlamentario. Pero eso ya será en otro tiempo, con otros personajes, en otras circunstancias.
¡Lástima, Margarito!, como decía aquel en la televisión.
COAHUILA
El alcalde de Saltillo, Isidro López Villarreal (PAN), fue denunciado ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) por participar activamente de las campañas.
La denuncia fue impuesta por Alfredo Martínez Guajardo, regidor del PRD, por violar la equidad en la contienda electoral.
Isidro López, sin embargo, halló una salida humorística (o cínica) para sus problemas:
“Voy a continuar (participando en las campañas), pero con menos baile, porque ando ‘fregadón’ de mi pie izquierdo”, dijo mientras lamentaba trabajar más de 42 horas a la semana sin compensación por tiempo extra.
MARCELO
Otra vez con motivo del rechazo a la candidatura de Marcelo Ebrard en el Tribunal Electoral, esta columna repite otro de sus mantras: ¡Lástima, Margarito!
Ni con melón, ni con sandía.
Lo malo no es ser un trapecista de la política; lo malo es caerse del trapecio.

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