Los Panteras y les Panthères/ El Cristalazo

- en Opinión

Lo extraño es cómo en otras partes se sostiene la misma polémica de aquí. Sufrimos y denostamos al gobierno por permitirle a los ruleteros bloquear calles y avenidas y luego nos enteramos de lo ocurrido en otras partes del mundo exactamente por el mismo motivo: la “piratería ruletera”.

Una de las polémicas más nutridas de los últimos días en México, especialmente en las zonas metropolitanas, se debe al funcionamiento de la empresa multinacional Uber, cuyo ingenioso dispositivo de internet permite contratar choferes con autos particulares para ofrecer servicios de taxi con seguridad, limpieza, confort, rapidez y buen trato.
Cosa como del primer mundo.
PANTERAS NEGRASSin embargo los taxistas tradicionales —quienes pagan placas, revistas, tarjetas de circulación frecuentemente renovadas; pinturas de carrocería al capricho de la autoridad sexenal, hacen colas en las ventanillas para trámites sin fin, pagan mordidas y son esclavos de flotilleros—, se quejan de “competencia desleal”. Y en muchos aspectos tienen razón.
A pesar de las bondades de la modernidad tecnológica y su hálito de infinito aggiornamento, los lujosos ruleteros de Uber son, en el mejor de los casos, “tolerados” al menos si se considera su existencia más allá de la concesión obligatoria para otros. No son tan feos como los “Panteras” ni dejan rendimiento político directo, tal sucede con los “Panchosvilla”, pero son piratas.
Pero a Uber lo defienden los más claros pensadores de nuestra “comentocracia”, como le llama Jorge G. Castañeda a quienes opinamos de todo y por todo. A los demás no los puede defender nadie. Son impresentables e indefendibles.
Lo extraño es cómo en otras partes se sostiene la misma polémica de aquí. Sufrimos y denostamos al gobierno por permitirle a los ruleteros bloquear calles y avenidas y luego nos enteramos de lo ocurrido en otras partes del mundo exactamente por el mismo motivo: la “piratería ruletera”. Y en otras latitudes no hay PRD ni clientelas políticas, ni flotilleros esclavistas, ni tráfico de placas, ni chanchullos diversos, ni taxistas rateros. ¿O sí?
“(El país).—La cólera de los taxistas franceses ha estallado a primera hora de la mañana de este jueves. La decisión de la firma americana “Uber” de extender sus servicios de geolocalización “Uber-POP” a Marsella, Estrasburgo y Nantes ha desencadenado una de las protestas más violentas del sector contra lo que considera una “competencia salvaje”, además de ilegal.
“Se han registrado agresiones y duros enfrentamientos en varias ciudades, especialmente en París, y algunas amplias zonas, muchos ciudadanos han quedado bloqueados durante horas.
“El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, ha pedido la prohibición inmediata de la aplicación Uber-POP y ha detenido a tres taxistas por los altercados.
“La quema de neumáticos en mitad del cinturón periférico de París ha colapsado el tráfico desde las siete de la mañana y durante más de dos horas.
“Los accesos a tres terminales del aeropuerto de Roissy-Charles de Gaulle (la 2E, la 2F y la 2D) han estado bloqueados y el acceso a Orly por carretera ha sido también imposible hasta las 11:30 de la mañana de este jueves…”
Por lo pronto nuestros autóctonos “Panteras” ya se parecen a los bien, lustrados “Panthères” de París, si así se les pudiera llamar a los operadores de los taxis azules de Francia, quienes son, como en casi todos los servicios turísticos de París, sencillamente insoportables, groseros, abusivos y cabrones.
En Francia, la culta Francia, la eterna Francia, el gobierno piensa suspender por ahora Uber.
Aquí, nadie sabe cómo reaccionar más allá de los titubeos de Eruviel “el Magnífico”. Y el problema crecerá.
“Oh, la, la, mais oui…”.

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