Más del carajo y el destino/ El Cristalazo

- en Opinión

El domingo anterior publiqué una columna sobre la advertencia del gobierno de la Ciudad de México en cuanto a nuestra proximidad con la desgracia, llamada de manera simbólica el carajo, cuyo tranvía nos puede llevar.

Como consecuencia de esa reflexión, recibí un comunicado del señor Juan José Santibáñez, jefe del área de Estudios Rurales y Urbanos de la UAM.

Lo reproduzco.

“…Un detalle que considerar y una ampliación de los escenarios del futuro inmediato o, quizá diría Ud., del carajo que nos alcanza:

“1.—En ese paraíso del lago habitado por los súbditos del emperador Moctezuma llegaron a habitar hasta 8 millones. Ni tan lejos de los que habitamos la ciudad de México aunque sí muchos menos de los 30 que pasan diariamente por aquí.

“Pero quizá eso, con todo y sus diferencias, nos alienta a pensar que tampoco es imposible la megaconcentración humana. Eso pensamos varios expertos y otros no tanto en la UAM Iztapalapa.

“2.—Pensando que un valle de México mejor es posible pues buscamos una solución que, considerando lo que Ramón Aguirre declara en los últimos meses, pudiera llamarse una estrategia de transición para atenuar, corregir y avanzar a una solución del tamaño del problema que tenemos.

“Un paso que hay que dar es analizar con mayor rigurosidad la opción que parece más viable en el corto plazo y que sin embargo, comprometería enormes recursos en algo no tan cierto.

“No es tan seguro que el colosal problema de las fugas pudiera disminuirse significativamente (¿cuánto será eso?¿10% o siquiera 50%?).

“Tenemos un ejemplo tremendo: la red de Iztapalapa se ha reemplazado en un 50%. Nada despreciable.

“Resulta que precisamente en Iztapalapa ya se ha reemplazado un 50% del sistema antiguo. Los efectos sobre el aumento de agua o, peor aún, sobre la disminución de fugas es, como todo el mundo sabe, nulo. Nulo quiere decir nada.

“¿Por qué?

“No sabemos con precisión porque no tenemos estudios del tema. Ni nosotros los universitarios ni la autoridad del sector. (Uno de estos días de suerte le envío el mapa de la red Iztapalapa. La UAM Iztapalapa ha ofrecido hacer esos estudios pero ni nosotros ni ningún otra institución ha hecho dichos estudios ¿por qué tanta fuga?

“La respuesta anda sobre ese punto con una fórmula del dominio común: hay fugas porque se rompen los tubos. Pues sí. Se rompen por viejos. Pues sí. Pero ¿y los nuevos? Los que consumirían esos 8 mil millones anuales pues se han de romper porque son de mala calidad para el suelo nacional. Fácil.

“París —mucho más chiquita ciudad que la de México— pudo bajar sus fugas del 20% al 10 con un enorme esfuerzo de la red municipalización de su organismo de manejo de sus aguas y Ramón Aguirre lo quiere hacer, en una superficie mucho mayor y con menos controles ciudadanos, en un período muy amplio. Tokio, en cambio, tiene la tasa de fugas, a la baja, más baja del mundo con un 3% y con una población semejante a la de nuestra ciudad y unos suelos peor de sísmicos que los nuestros. ¿Cómo le hacen?

“Creemos, por razones científicas, que hay que tener estudios muy (pero muy) rigurosos sobre el tema. Y mientras seguro que no podemos esperar.

“Por eso es que nosotros hemos emprendido la exploración con pruebas piloto de cómo proveernos de agua de calidad mientras o se consigue la lana o se descubre, con todo y “lana”, cómo hacer que efectivamente se disminuya el voluminoso porcentaje de pérdidas en la red.

“Hemos instalado sistemas de cosecha de agua pluvial en un cuarto de ciento de escuelas de la zona metropolitana con sistemas que proveen agua de excelente calidad para el uso sanitario.

“30 mil beneficiarios y muchas de esas escuelas con capacidad de abasto para el consumo diario de sus estudiantes y maestros. Doscientos días de lluvia de los cuales podremos utilizar al menos el 70% o sea 140 días que llueve en cantidad suficiente como para recolectar agua filtrable y usada en sus instalaciones sanitarias.

“Y de pilón, puro pilón, hemos instalado cerca de media docena de bebederos –esos si de la red– mientras tenemos suficiente evidencia de la calidad de agua de lluvia para la ingesta humana de modo que también podamos beber agua de calidad (supervisada claro está) de lluvia…

“Estas escuelas captan el agua, usan una parte y los excedentes —de días muy lluviosos— pues se infiltran al acuífero… Podemos alcanzar entre 600 mil lts de cosecha por año y al menos la misma cantidad para recarga.

“Nada más pensando rápidamente tendríamos unas cuatro mil escuelas entre primarias y “secu” en la ciudad de México (sólo las públicas). Así que podríamos andar en la colecta de 2 millones 400 mil m3 al año mientras infiltraríamos al menos esa misma cantidad al acuífero…

“¡Hasta los aztecas lo pensaban y hacían así!”

Gracias, se agotó el espacio.

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