La marcha tuvo dos concepciones bien identificadas: La auténtica, mujeres, de todas las edades, de distinto nivel social y grado de escolaridad, que salieron enardecidas por la impunidad del sistema de justicia ante los feminicidios en constante incremento. Madres, muchas de ellas, que desconocen el paradero de sus hijas, vivas o no, y que no se les informa con precisión de los procesos penales contra agresores, violadores o jineteros laborales. Ese coraje, tornado en rabia e impotencia. Mujeres que expresaron su enojo ante la desaparición de compañeras de trabajo, condiscípulas, con relación familiar o afectiva. La concepción, por fortuna más generalizada y justificada.
Por otro lado, la visión manipuladora de los intereses políticos y económicos de legisladores, funcionarios de gobiernos del pasado, empresarios coludidos, cómplices a intereses de una minoría conservadora, que busca afanosamente la desestabilidad social en toda la nación, a través de medios de comunicación, hoy mochados por las grandes cantidades de recursos extraídos de las arcas públicas, así como una jerarquía religiosa, engolosinada con las mieles del poder terrenal, obviando sus pecados carnales.
Una casta ya sin privilegios hoy, pero con recursos suficientes para comprar conciencias, para provocar el regreso de canonjías, excesos y saqueos. Los gobiernos anteriores, empresarios asociados, legisladores, jueces y magistrados, miembros de una sociedad civil prostituida, medios masivos, movieron grupos de porros, jamás anarquistas, con rostros ocultos, provistos de marros, espátulas, brochas y pintura, frascos de spray, mentaron madres, rompieron cristales de bancos y comercios, se afanaron en destruir monumentos, estatuas y recintos históricos, lanzaron bombas molotov, golpearon a mujeres policías, todo con la inducción inmoral de una oposición golpista que busca provocar la desestabilización social en el país, solo para aniquilar al gobierno actual. Grupos financiados con el dinero que se robó a la nación. Grupos que portaron mantas con insultos a la 4T por consigna. La barbarie en su máxima expresión.
En la entidad veracruzana, fue diferente: conciencia, participación y protesta dentro de los cánones del respeto institucional: Gritos, mantas, marchas dentro del respeto. Nada de quema de monumentos, ni pintas, ni mucho menos destrucción de comercios y hogares. Movilización motivada por el coraje, el enojo y la rabia de la impotencia por la desaparición de sus personas queridas, o al menos la comprobación del homicidio y muestra de cadáveres para su sepulcro con dignidad, pero sin las sentencias, encarcelamiento de sus provocadores. El respeto a las instituciones a la par con la denuncia a su incapacidad. No hubo porros, golpeadores, ni destructores del bien público, se protestó con energía, se gritó con coraje, se mostró el desacuerdo con la impunidad institucional con la gallardía de jóvenes estudiantes de nivel medio, tecnológico y universitario. Los moches opositores no arribaron, por fortuna.
OPOSITORES SE APAÑAN A LA PANDEMIA
El colmo de los colmos. Alejandro Junco, insiste en su periódico, Reforma (que todo lo deforma) en el ocultamiento pernicioso del nuevo gobierno de información “completa” acerca del coronavirus. Centra sus ataques en los escasos 26 casos nacionales, en contraste con los ya miles en la Unión Americana e inclusive las varias decenas en Costa Rica. Añora la visión alarmista, que mucho se benefició, en tiempos de Calderón, por la pandemia de la influenza: A-H1N1, en el 2009, mediante el escándalo mediático que provocó un miedo colectivo sin precedentes con los beneficios directos a la industria farmaceútica trasnacional, por la distribución masiva de gel, tapabocas y antigripales. Añorando esa complicidad gobierno-empresa para someter, en el pánico, a la sociedad. Otro caso, evidente el de Enrique Krause que apela, en twitter, las equivocadas medidas de la secretaría de salud, con pleno desconocimiento (ignorancia inducida) de las ruedas de prensa diarias de la Secretaría de Salud, la representación de la OMS y especialistas del sector médico, en relación a las medidas preventivas, prudentes y necesarias, que debe asumir la ciudadanía nacional.
Ni se diga, los eternos jilgueros del desastre Ciro, Adela, Hiriart, Alemán, Ferriz, Dóriga. Los mismos que lanzaron el “grito al cielo” por la siembra de micrófonos a los diputados panistas, que ellos mismos sembraron desde tiempos de Calderón, bajo la mano negra de Yunes Linares. Los mismos que apoyaron la marcha y paro contra los feminicidios, conscientes de su responsabilidad, autoria e impunidad en los asesinaos de niños del ABC, las muertas de Juárez, la desaparición de miles de jovencitas, secuestro masivo y tráfico de órganos infantiles. Rabia por el paraíso perdido, coraje por no “meter mano” en arcas públicas, furia por la desaparición de la visión neoliberal que les permitió poseer pozos petroleros, traficar huachicol, comprar y vender armas, viajar en aeronaves y helicópteros oficiales para jugar golf o asistir a comilonas, usufructuar playas y costas a su beneficio, y todas las maldades propias a su formación conservadora convenenciera, sin sustento ideológico solo resguardo de intereses. Diputados panistas rompieron boletos de la rifa “del avión”, de doble vista: una, solo rompen el boleto a la midad (a fin de pegarlo y cobrar en caso de suerte) pero el otro raya en verdadera pendejez, ya que dichos “boletos” eran fotocoipias a color, si de tontos nadie los ha acusado. El colmo de la estupidez.
“La mujer, nacida para fabricar hijos, desvestir borrachos o vestir santos, ha sido tradicionalmente acusada, como los indios, como los negros, de estupidez congénita. Y ha sido condenada, como ellos, a los suburbios de la historia”. (Patas arriba: La escuela del mundo al revés), Eduardo Galeano.
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