En épocas de campaña, los candidatos a un cargo de elección popular de cualquier país del mundo ofrecen a los ciudadanos combatir la desigualdad, reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de las clases marginadas. También les hablan a éstas de sus derechos y algunos hasta omiten a propósito mencionarles sus obligaciones. Esto atrae sin duda a infinidad de votantes que terminan apoyando a quienes ofrecen cosas tan atractivas.
Sin embargo, cuando esos políticos llegan al cargo anhelado, se dan pronto cuenta de que la tarea que deben emprender para cumplir sus promesas no resulta nada fácil y que lo ofrecido difícilmente pueden cumplirlo.
Esto genera pérdida de popularidad y airados reclamos de quienes esperaban mejorar como por arte de magia.
El reto que deben de afrontar siempre las naciones rezagadas es enorme, porque los recursos son escasos y el convencer a amplios sectores de la población de que solo con trabajo, ahorro y sacrificios pueden salir adelante resulta muy complicado, porque con tantas promesas hechas, una buena parte de la población llegó a creer seriamente que la abundancia y el bienestar llegarían con sólo desearlos.
A pesar de todo, a algunos países les va mejor que a otros, porque sus gobernantes entendieron a tiempo que difícilmente podrían mejorar el nivel de vida de la población sin inversión, sin tecnología, sin empleo y sin educación de calidad.
Entonces, le apuestan esencialmente a desarrollar y apuntalar esos cuatro factores. Los primeros pasos que dan para atraer la inversión son certidumbre jurídica y paz social. También se preocupan por eliminar una serie de trabas burocráticas innecesarias y trámites redundantes, que no tienen ninguna justificación y solo sirven para fomentar la corrupción.
En otras palabras, esos políticos facilitan el desarrollo de los negocios y esto atrae por añadidura a la inversión.
Esas naciones al poco tiempo despegan, gracias a que a través de las medidas implementadas su población obtiene más y mejores empleos y desde luego mejores sueldos.
Al aumentar la producción, los gobiernos recaudan más impuestos lo que les permite invertir cuantiosos recursos en infraestructura, salud y educación.
Bajo este esquema, todos ganan. El tamaño del pastel a repartir crece y le toca una rebanada más grande a cada habitante de esa nación. Corea del Sur, Singapur y hasta China, (que en teoría es comunista, pero en la práctica es más liberal que otros países), son claros ejemplos de esto.
En cambio, existen naciones donde sus dirigentes ofrecen combatir la pobreza regalando dinero. Así, en lugar de buscar la manera de superarse, las personas se acostumbran a estirar la mano y recibir dádivas para medio nivelar su presupuesto. Esto termina anulando el espíritu de superación individual y afecta severamente las finanzas públicas.
En esos lugares, las cosas se complican más todavía si hay inseguridad, si la ley no se respeta y si a alguien que quiere invertir le ponen tantas trabas que termina por irse a otro lado, donde le brinden facilidades.
En dichas naciones el tamaño del pastel se achica y el número de personas que exigen su rebanada crece.
Hay que tomar en cuenta que para que haya caldo de pollo se necesita primero tener el pollo. El pollo se consigue solamente con trabajo, esfuerzo y ahorro, no con discursos populacheros ni con holganza.
Los políticos que gobiernan los países atrasados se asemejan a los charlatanes que ofrecen fórmulas mágicas para bajar de peso sin hacer ejercicio ni ponerse a dieta; aprender sin estudiar, progresar descansando y vivir bien sin esfuerzo ni sacrificio alguno. Así, esas naciones no van a llegar a ningún lado.
NOTA: Cualquier parecido con México no es ninguna coincidencia, es la pura realidad. Si esa realidad no nos gusta, ya vienen las elecciones del 2021 para cambiarla.
No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen inicio de semana
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