En defensa del puerto de Veracruz

Muchas irregularidades denuncian empleados del puerto de Veracruz a raiz de la llegada de nuevos directivos

Muchas personas desconocen la problemática que enfrentaban Veracruz y otros puertos del país a principios de los años noventa del siglo pasado.

Desorden, saqueo, ineficiencia, burocratismo, duplicidad en las revisiones que solo generaban demoras, gastos innecesarios, daños a las mercancías y robo de productos de  valor.

Por esa razón, algunos importadores preferían manejar su carga a través de Tampico o de Houston.  Ese   puerto americano ofrecía colocar en la ciudad de México  un contenedor que llegara a  sus instalaciones en solo 48 horas, tiempo que Veracruz no podía igualar, no obstante encontrarse más cerca de la capital del país.

La infraestructura portuaria de esa época sufría la falta de mantenimiento suficiente, porque no había recursos. Tenía bodegas viejas llenas de goteras, calles deterioradas, alumbrado deficiente y muelles en condiciones deplorables.

Cada vez que hacía maniobras el tren para entrar o salir del puerto se cortaba la comunicación con la parte norte de la ciudad.

Así no podíamos competir con éxito en el Tratado de Libre Comercio.

El gobierno federal, preocupado por la situación, cambió las reglas del juego. Para generar eficiencia y combatir los vicios que se habían arraigando en el puerto  y lo demeritaban; inició los cambios a finales de 1993. Para lograrlo, creó la Administración Portuaria Integral de Veracruz S. A. de C. V., empresa paraestatal con un solo y único dueño: El estado mexicano.

Bajo esta figura nuestro puerto manejó todos los recursos que él mismo generaba y los reinvirtió en mantenimiento,  ampliación y mejora integral de sus instalaciones. Antes, todo lo que recibía se enviaba a México y de allá nos devolvían solo migajas.

Con las nuevas reglas el cambio se notó inmediatamente. La carga que manejaba Veracruz, misma que crecía al 4% anual, se disparó creciendo al 15.5% anual. En tan solo 18 años de operación se triplicó el movimiento portuario al pasar de 6.9 millones de toneladas anuales a 22 millones. Actualmente maneja cerca de 28 millones de toneladas y cuando se termine la ampliación su capacidad se triplicará.

Esto se ha traducido en una importante derrama económica y en la generación de gran cantidad de empleos que benefician al país, al estado y obviamente a la zona conurbada.

Siendo una empresa paraestatal eficaz, APIVER es de las joyas de la corona. A diferencia de PEMEX y de la CFE que tienen cuantiosas pérdidas, la API tiene utilidades que reinvierte, paga impuestos,  reparto de utilidades y además le paga  al gobierno federal una contraprestación por el uso de las instalaciones que ocupa.

A finales de cada año, por Ley debe donarle todo lo construido al propio gobierno federal.

Los sueldos que se pagan en la zona portuaria son superiores al  promedio de la ciudad. Son miles de familias las que dependen de las labores que se realizan en el puerto.

No se podría concebir la ampliación y modernización del Puerto de Veracruz, sin la existencia APIVER.

Siendo esta empresa propiedad del  gobierno federal, no me explico la intención del presidente de la república de cancelarle la concesión. Si hubo corrupción en alguna actividad, que  se demuestre,  se corrija y  se sancione ejemplarmente a las personas responsables; pero que no acaben con una empresa que funciona y da buenos resultados.

Lo que no debe permitirse más  es caer en la trampa de señalar delitos sin comprobarlos e ignorar la parte positiva que ha tenido APIVER en el desarrollo de nuestra ciudad. Si esto no se entiende y además no se atiende pronto,  la ocurrencia inicial de quitarle la concesión a APIVER terminará por convertirse en una triste realidad, con el riesgo de regresar a las prácticas  caducas y viciadas del pasado, que mostraron su ineficacia y sobre todo su elevada corrupción. Parece ser que a muchos ya se les olvidó la explotación laboral a que eran sometidos los llamados cuijes.

Dar un salto hacia atrás es condenar a Veracruz al rezago. Es como hacer a un lado las computadoras y regresar a la máquina de escribir; como suprimir los celulares y regresar al telégrafo.

Si va a haber cambios, que sean estos siempre para mejorar, transparentar, generar eficiencia y mayor competencia. Nadie está en contra de eso.

En momentos tan complejos para nuestra economía se necesita certidumbre para atraer nuevas inversiones y crear con esos recursos más y mejores empleos; no para dejar colgados de la brocha a quienes confiaron en México y en sus leyes vigentes e invirtieron cuantiosos recursos en Veracruz para que tuviéramos un puerto moderno, digno, seguro, eficiente y limpio, que ahora sirve mejor a México.

Hagamos oír nuestra voz a tiempo, antes de que por desconocimiento o por intereses creados, acaben destruyendo lo poco que funciona bien en el país.

No les parece a Ustedes?.

Muchas gracias y buen inicio de semana.

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