Integrar la región con gobiernos progresistas/ Francisco Blanco/ Escenarios

La América Latina de izquierda donde lo que abunda es la pobreza

En la actualidad las corrientes de izquierda en América Latina ha vuelto a crecer, aunque en realidad son  gobiernos progresistas y nacionalistas, ya que el paradigma geométrico de izquierda-derecha se ha ido diluyendo en este siglo XXI, como la teoría pendular originada en México,  en América del Sur ese vaivén con las perdidas electorales en Ecuador y Uruguay, recuperando el rumbo en Perú y Colombia, pero sobre todo  sobreponerse a golpes de estado en Chile, Venezuela, Bolivia, Honduras y Guatemala, o las tradicionales conquistas revolucionarias en Cuba y Nicaragua sin ignorar el golpismo suave,  mediático y jurídico que se llevó en Brasil, así como los tres fraudes electorales en México.

 

“Volvieron al poder, la argentina,  la boliviana y la hondureña, que se recuperaron de sendos golpes, tendentes ahora a moderarse a costa de no pocos problemas internos. Las que nunca imaginaron que lo lograrían, como la chilena, pero sobre todo la colombiana, herederas ambas de líderes aniquilados. También galimatías que se proclaman progresistas y que están repletas de peros por el camino, como la del maestro peruano Pedro Castillo o la del mexicano Andrés Manuel López Obrador. Una amalgama, estas izquierdas, que ha vestido de rojo como nunca América Latina. A la espera de lo que ocurra a finales de año en Brasil, donde Lula puede regresar también al poder, las otras cinco economías más fuertes de la región —México, Argentina, Chile, Colombia y Perú— están gobernadas, o lo estarán a partir del 7 de agosto con la toma de posesión de Gustavo Petro, por presidentes que se celebran de izquierda. El avance de gobiernos de corte progresista retrotrae a aquella primera ola de principios de siglo, cuando, abanderados por un imparable Hugo Chávez y la eterna sombra de Fidel Castro, varios países se alinearon en torno a lo que se llamó socialismo del siglo XXI”. (Javier Lafuente. El País).

 

Alfredo Jaliffe en su columna Bajo la Lupa de la Jornada: “En un abordaje muy simplista, la izquierda latinoamericana gobierna la región México, Honduras, Bolivia, Argentina, Perú, ahora Colombia, , con excepción de Ecuador –donde el banquero globalista neoliberal y presidente TikTok, Guillermo Lasso, que sobrevivió ante la revuelta indígena–, Paraguay, Uruguay y Brasil, con Jair Bolsonaro, quien enfrentará a Lula en octubre, quien es muy crítico de los 56 mil millones dólares de ayuda militar de Biden al comediante Zelensky, presidente de Ucrania. Destaca el enorme peso geopolítico del gigante brasileño en Sudamérica y su conectividad con los BRICS y la gran mayoría de los países africanos. Un mapa de Latinoamérica con enfoque geoeconómico exhibe que China ha penetrado en las entrañas de Sudamérica  al haber desplazado a EU. Centroamérica se encuentra en disputa entre EU y China… México mantiene óptimas relaciones geoeconómicas con Norteamérica que confronta al idealismo latinoamericano del río Bravo hasta la Patagonia, más acorde con la CELAC que con la OEA,  dentro  del T-MEC (tratado México/EU/Canadá)”.

El papa Francisco expresó enfático en su entrevista a El País: “Latinoamérica será víctima hasta que no se libere de imperialismos explotadores”. La periferia nos hace entender el centro. Podrán estar de acuerdo o no, pero si vos querés saber lo que siente un pueblo, anda a la periferia. Las periferias existenciales, no sólo las sociales. Y ahí se muestra el pueblo”, dijo el Papa. En esa periferia está América Latina, ese sitio donde “se ve la verdadera realidad”, según Francisco. La región tiene entonces el desafío de construir desde allí la unidad y “liberarse de los imperialismos”. “Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano más allá de la ideología. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana”.

 

Hoy, la nueva realidad latinoamericana reinicia la posibilidad de lograr en el continente, norte, centro y sur, en una integración regional que conlleve el máximo aprovechamiento de su mano de obra tan calificada, la preservación y recuperación de sus recursos energéticos, minerales y agropecuarios, y sobre todo una conciliación de fuerzas políticas y productivas en un nuevo enfoque integrador que permita competir con el resto de las economías de Europa, Asia y África.

 

Profundizar la integración regional en América Latina y el Caribe  es clave para generar políticas  que den respuesta a los graves problemas que se padecen. La integración regional no debe entenderse como un fin en sí misma, sino como una plataforma estratégica que permite a los países implementar políticas conjuntas y/o coordinadas de manera eficaz, lo cual es indispensable en el actual escenario. A cortísimo plazo, durante la crisis sanitaria, la cooperación vecinal / regional es fundamental; de esta salimos juntos, si un país no es seguro, ninguno lo es.

 

La menor actividad económica de los principales socios comerciales de la región hace prever una fuerte reducción en el comercio internacional y las inversiones, la prohibición a los viajes impactará sobre los flujos de turismo (con un impacto muy marcado en los países del Caribe), la reducción de las remesas internacionales afectará especialmente a los países de Centroamérica impactarán mayormente en los países de América del Sur.

 

Estados Unidos debe retomar la visión progresista de Roosevelt y abandonar los golpes de estado, las invasiones a las soberanías por diferencias ideológicas y volcarse en el respeto mutuo, la interdependencia y sobre todo la libertad de los pueblos en escoger sus formas de organización política, económica y social.

Lo planteó Andrés Manuel López Obrador desde su presencia virtual en las Naciones Unidas, fue reiterado por el Papa Francisco, en reciente entrevista  y lo han sostenido los gobernantes progresistas latinoamericanos. Que la proclama de la Doctrina Monroe se fusione al pensamiento de Juárez, Martí y Simón Bolívar, y se respete la autonomía de gobiernos con modelos diferentes pero además que se abandone la explotación de los recursos naturales en toda la región.

 

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